Una taza de té de jengibre

Uno de los recuerdos más felices de mi infancia era en el pueblo donde nació y creció mi madre y nos reuníamos toda la familia en la casa de alguno de mis tíos, a hacer un “jengibre”.

Hacer un “jengibre” consistía precisamente en eso, preparar un té de jengibre para beberlo con unas galletas sencillas de harina (mi mama las llamaba “galletas Gilda”). Durante la noche, los primos nos poníamos a jugar y a disfrutar que estábamos todos juntos en ese pueblito frío en la cima de una montaña, en el corazón de la isla.

De ahí viene el nombre de este blog.

Ahora, unas décadas después, soy una persona completamente distinta a la niña que era en esa época. Obviamente ya una adulta, con la vivencia de haber emigrado hacia otro país y haber vivido en varias ciudades, y ahora construyendo un hogar, con mi esposo y con un bebe de casi seis meses de edad.

El proceso de emigrar (¿o inmigrar?) es un proceso difícil, y el anhelo más grande que nos perturba a todos son esos momentos que tuvimos  en nuestros países con nuestros familiares y amigos.

“Éramos felices y no lo sabíamos”.

Con este blog busco compartir mis intentos de construir momentos “te de jengibre” en donde vivo ahora, en la ciudad de Miami, y con la esperanza de que quizás mis ideas le puedan servir a alguien en su proceso propio de construir este tipo momentos que le dan sentido a nuestras vidas.

Besos,

Ana C.

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