Una de las cosas que se me hacen más difíciles es comprar un regalo, y sobre todo si es para mi esposo. He llegado a la conclusión que los regalos que más le gustan a él son los objetos curiosos (como por ejemplo antigüedades) o experiencias y por tanto siempre trato de irme por una de esas opciones.
Para el pasado San Valentín, que cayó día de semana, decidí prepararle una cena romántica. La verdad es que a mí no se me da muy bien la cocina y unos días antes del 14 de febrero recibí un correo (¡gracias a Dios!) de una compañía de catering aquí en Miami que había usado antes (Inedit Gourmet) ofreciendo una cena de San Valentín para dos y decidí ordenarla.
Ellos me la llevaron directo a mi casa ese día en la mañana con las instrucciones de cómo calentarla. Para que se les haga agua la boca aquí les dejo el menú que nos prepararon, no se pueden imaginar lo delicioso que estaba:
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Entradas:
Roll de salmón curado
Queso brie envuelto en filo y servido con mermelada de manzanas
Plato fuerte:
Pescado pargo rojo en salsa de mariscos
Acompañantes:
Puré de sweet potatoes con queso feta
Ensalada de quinoa con tomates cherry, cranberries secos, celery y un dressing de crema
Postre (esto lo preparé yo):
Fresas para untar con crema (de la que venden lista en el supermercado al lado de las frutas)
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Aprovechamos para abrir una champagne que nuestra wedding planner nos había dejado en la habitación del hotel donde nos quedamos en nuestra noche de bodas ¡hacía dos años!
Preparé la mesita del balcón de nuestro apartamento con un mantel, servilletas de tela (las cuales doblé en forma de corazón con la ayuda de Youtube), velas y pétalos de unas rosas que mi esposo me había regalado hacía unos días y de sorpresa lo esperé vestida con un jersey del equipo de fútbol de Portugal (él es mitad portugués y siente una gran fascinación y conexión con esa cultura).
“Hasta que me olvides, voy amarte tanto tanto” (la música que tenía de fondo mientras escribía este post :)…).
Te amo Pedro.
Besos,
Ana C.